A casi 500 kilómetros de la cidade maravilhosa queda Sao Paulo en Brasil. Y de ahí vengo llegando, ya que fue la sede del II encuentro internacional de alumni (ahora) MEGEC —el primero fue Chile 2008—, que esta vez se enfocó en la innovación en medios de comunicación.
Nota aparte de la llegada fueron las tres horas y media que toma el vuelo LAN de Merino Benítez a Guarulhos y las casi... dos horas y media... que demoré en autobus de allí al hotel Mercure (en que alojé con bastante satisfacción). La congestión vehicular de Sao Paulo en las horas peak es tremenda y lamentablemente causa una impresión de una ciudad insufrible.
Pero lo bueno comenzó el viernes 24 con una interesantísima visita a editorial Globo, para conocer sus revistas y algo de su estrategia online, de la cual me llamó la atención el sitio femenino Meus 5 minutos.
Luego por la tarde fuimos a las maravillosas oficinas de Terra Brasil en el World Trade Center, donde nos recibió @antonioprada, quien nos contó algo de los números y logros de Terra, y finalizó @miguelgenovese mostrándonos la gran campaña #sonhoolimpico que realizaron para los JJOO de Londres —si se animan a ver el video, luego vean el final con la reacción de Neymar.
El sábado 25 tuvimos un seminario en el Instituto International de Ciencias Sociais que comenzó @jlori entregándonos 10 claves para la innovación. La "8" fue "la innovación exige talento, pasión y constancia" citando a Francis Pisani y "la innovación, un asunto de ecosistemas".
Después fue el turno de @mcoutinho —un gran descubrimiento— quien apasionadamente nos habló de la evolución de los medios y de cómo en la actualidad la verdadera pelea es por atención, tal como también lo menciona @hrheingold. "¿Por qué en la creación del principal medio de comunicación moderno (Facebook) no participó ningún profesional de la comunicación", se preguntó Coutinho.
Luego vino Eric Cozza, de editorial Pini, quien mostró la diversidad de contenidos que se pueden trabajar en la web y el seminario finalizó en la tarde con una charla de Fernando Costa de editorial Abril que restó importancia al presente de la "revolución digital" demostrando con números —y los impresionantes números de Veja— que las suscripciones a revistas en papel siguen siendo —y seguirán durante algunos años— las que principales ingresos traen al negocio (malas noticias para quienes respiramos en ceros y unos).
Toda la experiencia fue genial y el grupo maravilloso. Muy agradecido de la invitación y la acogida brasileña. Ahora a esperar el tercer encuentro que, dado el afecto gastronómico del grupo, se solicita sea en Lima. Veremos.
jueves, 30 de agosto de 2012
martes, 19 de junio de 2012
¿Un mundo sin universidades?
Me pregunto cuál será la relación del creador de este video con el mundo académico, pero —ya que son conceptos de los que hablo en clases— es un buen apronte del tsunami —como tituló el New York Times— que está llegando al mundo de la educación superior.
En el sitio epic2020, hay otro video más largo dedicado al tema, que también recomiendo ver.
Sin duda que el planteamiento es correcto en cuanto que este 2012 efectivamente hubo lanzamientos que debieran llamar mucho la atención a quienes viven de la docencia, como edX o la nueva plataforma de TED para la educación.
Pero dudo que las universidades pierdan sitio y relevancia en tan poco tiempo como el planteado en la hipótesis, aunque se den las fusiones de Apple y Amazon o de Google con la Khan Academy y Udacity.
PD: El video es un remix de Epic 2014 —que luego se actualizó a Epic 2015— que auguraba en 2006 sobre el futuro del mundo de la comunicación tras la revolución de internet. Y tanto no se ha equivocado...
¿Qué crees? Te invito a conversar en los comentarios... o en el grupo de Facebook abierto que crearon los de Epic2020.
jueves, 14 de junio de 2012
¡Campaña contra los perezosos del teclado!
¿Te acuerdas de los signos de apertura? ¡Úsalos! (Vía @TomaMientrasCTM) twitter.com/JRivillas/stat…
— Johana Rivillas (@JRivillas) junio 12, 2012
P: ¿Habrá alguien que se oponga?
R: ¡Los perezosos del teclado!
miércoles, 13 de junio de 2012
La educación en un mundo global, plano e interconectado
Los alumnos que en 2012 comienzan su etapa universitaria, tenían ya —en su mayoría— doce primaveras en 2006. En tanto, Google tenía siete, LinkedIn tres, Facebook dos, YouTube uno y Twitter estaba naciendo.
Ya pasaron seis años de ese momento que, en la vida post internet, es mucho tiempo. En 2012 estamos en un mundo global, plano —según Friedman— e interconectado. Vivimos atiborrados de información y la atención se desvía fácilmente por cientos de impulsos.
Recuerdo que en mis años universitarios fue el celular —sólo con funcionalidad de teléfono— el gran interruptor. Hoy el mismo aparato desvía la atención, pero con el detalle que ya no es un teléfono, sino que un computador, que está ahí, al alcance de la mano, siempre. Esto no hace más que multiplicarle el enorme desafío al profesor: ganar (y mantener) la atención de un alumno durante horas y demostrarle por qué la experiencia de aprendizaje del aula es mejor que preguntarle a Google. Y no es broma.
Ya lo cuestionó Michael Wesch, profesor de Antropología de la Universidad de Kansas, a través de un experimento que realizó con alumnos de su clase y lo tituló visionsofstudents.org. Wesch plantea muchas interrogantes sobre el desafío académico que significa atraer la atención de las nuevas generaciones que crecen con internet.
Pero no sólo la atención sufre. Datos interesantes muestra el crecimiento explosivo del aprendizaje a distancia y en línea. En EEUU, según la Sloan Survey of Online Learning de 2010, casi 6 millones de estudiantes tomaron un curso a través de la web en el segundo semestre de 2009, lo que significó un crecimiento de 21% respecto del año anterior y pronostica que se alcancen los 14 millones en 2014. Además hay estudios que han demostrado que el e-learning es más eficaz que la educación cara a cara en algunos aspectos del aprendizaje, aunque los mejores resultados concluyen que el éxito llega de la combinación de ambos (blended learning).
Pero esta combinación trae consigo un tremendo cambio: la aula invertida o flipped classroom. Los estudiantes en vez de ir a escuchar al profesor al aula y realizar las tareas o trabajos en la casa, van a la sala de clases a realizar los trabajos y obtienen la materia de clases desde la web. El modelo que más ruido ha provocado por esta apuesta es la Khan Academy, creada por Salman Khan y auspiciada por la fundación de Bill Gates, que cuenta como casos de éxito que niños de diez años -amantes de las matemáticas- sean capaces de resolver problemas de estudiantes de ingeniería.
En realidad esto de internet hoy nos parece fascinante, pero la verdad es que es un invento tan espectacular y revolucionario como lo fue en su tiempo el refrigerador o el automóvil. Esta fascinación no es tal para las nuevas generaciones que crecieron con Google. No se cuestionan el antes y el después, simplemente utilizan Google.
He aquí el desafío: los docentes deben comprender el poder de las nuevas tecnologías de comunicación para aplicar y mejorar el modelo de aprendizaje. Deben darse el tiempo para esto. En este sentido, el experto en educación norteamericano Will Richardson advierte en su blog: “Si no comenzamos a escribir una nueva visión de la pedagogía, que se centre no sólo en hacer las cosas mejor, sino que en un cambio real que prepare a los niños a ser innovadores, emprendedores y -lo más importante- continuos estudiantes, sucederá que los profesores competirán con máquinas y alternativas académicas más baratas y fáciles de implementar”.
Pero el desafío docente es aún más complejo. El libro Aprendizaje Invisible (Cobo, Moravec, 2011) postula que “las habilidades digitales” como usar eficientemente un motor de búsqueda, interactuar en redes sociales o saber cómo almacenar y compartir información en la red, resultan invisibles en la educación tradicional, “aunque sean competencias fundamentales para el mundo actual”. Es decir, los académicos no sólo deben empaparse de las nuevas tecnologías para entender el ecosistema de sus alumnos, sino que deben enseñarles a utilizar -de forma eficiente y ética- estas nuevas herramientas en su vida profesional.
¿Quién podría vivir hoy sin Google? ¿Sin correo electrónico? Esto es recién el principio. Internet pronto se entenderá como una necesidad básica que se sumará al agua, la luz y el gas. Y esta sociedad interconectada es la más grande invitación que ha tenido la humanidad a un aprendizaje y a un debate de ideas (innovación) constante en un flujo incesante de información.
La tecnología está al servicio de la educación y debe tener un propósito al respecto. La responsabilidad de que ésta no se transforme en un problema académico -y concentre atención más que la disperse- está en manos de los docentes.
“¿Facebook? ¿Twitter? No gracias, no tengo tiempo”, es una frase que he escuchado varias veces. El dilema no es ese, sino que el docente comprenda que internet no es un juego, menos una moda, y que está escribiendo un nuevo paradigma en el pilar de su esencia: la Educación.
Ya pasaron seis años de ese momento que, en la vida post internet, es mucho tiempo. En 2012 estamos en un mundo global, plano —según Friedman— e interconectado. Vivimos atiborrados de información y la atención se desvía fácilmente por cientos de impulsos.
Recuerdo que en mis años universitarios fue el celular —sólo con funcionalidad de teléfono— el gran interruptor. Hoy el mismo aparato desvía la atención, pero con el detalle que ya no es un teléfono, sino que un computador, que está ahí, al alcance de la mano, siempre. Esto no hace más que multiplicarle el enorme desafío al profesor: ganar (y mantener) la atención de un alumno durante horas y demostrarle por qué la experiencia de aprendizaje del aula es mejor que preguntarle a Google. Y no es broma.
Ya lo cuestionó Michael Wesch, profesor de Antropología de la Universidad de Kansas, a través de un experimento que realizó con alumnos de su clase y lo tituló visionsofstudents.org. Wesch plantea muchas interrogantes sobre el desafío académico que significa atraer la atención de las nuevas generaciones que crecen con internet.
Pero no sólo la atención sufre. Datos interesantes muestra el crecimiento explosivo del aprendizaje a distancia y en línea. En EEUU, según la Sloan Survey of Online Learning de 2010, casi 6 millones de estudiantes tomaron un curso a través de la web en el segundo semestre de 2009, lo que significó un crecimiento de 21% respecto del año anterior y pronostica que se alcancen los 14 millones en 2014. Además hay estudios que han demostrado que el e-learning es más eficaz que la educación cara a cara en algunos aspectos del aprendizaje, aunque los mejores resultados concluyen que el éxito llega de la combinación de ambos (blended learning).
Pero esta combinación trae consigo un tremendo cambio: la aula invertida o flipped classroom. Los estudiantes en vez de ir a escuchar al profesor al aula y realizar las tareas o trabajos en la casa, van a la sala de clases a realizar los trabajos y obtienen la materia de clases desde la web. El modelo que más ruido ha provocado por esta apuesta es la Khan Academy, creada por Salman Khan y auspiciada por la fundación de Bill Gates, que cuenta como casos de éxito que niños de diez años -amantes de las matemáticas- sean capaces de resolver problemas de estudiantes de ingeniería.
En realidad esto de internet hoy nos parece fascinante, pero la verdad es que es un invento tan espectacular y revolucionario como lo fue en su tiempo el refrigerador o el automóvil. Esta fascinación no es tal para las nuevas generaciones que crecieron con Google. No se cuestionan el antes y el después, simplemente utilizan Google.
He aquí el desafío: los docentes deben comprender el poder de las nuevas tecnologías de comunicación para aplicar y mejorar el modelo de aprendizaje. Deben darse el tiempo para esto. En este sentido, el experto en educación norteamericano Will Richardson advierte en su blog: “Si no comenzamos a escribir una nueva visión de la pedagogía, que se centre no sólo en hacer las cosas mejor, sino que en un cambio real que prepare a los niños a ser innovadores, emprendedores y -lo más importante- continuos estudiantes, sucederá que los profesores competirán con máquinas y alternativas académicas más baratas y fáciles de implementar”.
Pero el desafío docente es aún más complejo. El libro Aprendizaje Invisible (Cobo, Moravec, 2011) postula que “las habilidades digitales” como usar eficientemente un motor de búsqueda, interactuar en redes sociales o saber cómo almacenar y compartir información en la red, resultan invisibles en la educación tradicional, “aunque sean competencias fundamentales para el mundo actual”. Es decir, los académicos no sólo deben empaparse de las nuevas tecnologías para entender el ecosistema de sus alumnos, sino que deben enseñarles a utilizar -de forma eficiente y ética- estas nuevas herramientas en su vida profesional.
¿Quién podría vivir hoy sin Google? ¿Sin correo electrónico? Esto es recién el principio. Internet pronto se entenderá como una necesidad básica que se sumará al agua, la luz y el gas. Y esta sociedad interconectada es la más grande invitación que ha tenido la humanidad a un aprendizaje y a un debate de ideas (innovación) constante en un flujo incesante de información.
La tecnología está al servicio de la educación y debe tener un propósito al respecto. La responsabilidad de que ésta no se transforme en un problema académico -y concentre atención más que la disperse- está en manos de los docentes.
“¿Facebook? ¿Twitter? No gracias, no tengo tiempo”, es una frase que he escuchado varias veces. El dilema no es ese, sino que el docente comprenda que internet no es un juego, menos una moda, y que está escribiendo un nuevo paradigma en el pilar de su esencia: la Educación.
- ¿Quedaste con gusto a poco? Te invito a revisar o a suscribirte a mi Scoopit (contenido en inglés) "Teachers Leave Those Kids Alone".
miércoles, 25 de abril de 2012
¿Privacidad en la nube? Google Drive vs Dropbox
Sólo comentaré este tuit que me pareció curioso...
La cuestión es que ayer Google lanzó Drive, su espacio para almacenar y compartir archivos en la nube. Pero si nos fijamos en los términos y condiciones recientemente actualizados de los servicios de la compañía de Larry Page, estos dicen:
"Algunos de nuestros Servicios le permiten proveer contenido. Usted conservará los derechos de propiedad intelectual que posea sobre dicho contenido. En resumen, lo que le pertenece a usted, continúa siendo suyo. Cuando suba o de otro modo envíe contenido a nuestros Servicios, otorgará a Google (y a aquellos con quienes trabajamos) una licencia internacional para utilizar, alojar, almacenar, reproducir, modificar, crear obras derivadas (como las traducciones, adaptaciones o modificaciones que hacemos para que su contenido funcione mejor con nuestros Servicios), comunicar, publicar, ejecutar públicamente y distribuir dicho contenido".
Es decir, que lo que subamos a Drive podrá ser utilizado por los de Mountain View. En cambio si nos fijamos en los términos y condiciones de un servicio similar, como Dropbox, estos dicen:
"Al usar nuestros servicios, usted nos proporciona la información, los archivos y las carpetas que envía a Dropbox (en conjunto, “Sus pertenencias”). Usted conservará la plena propiedad de sus pertenencias. No nos atribuimos la propiedad de ninguna de ellas. Las presentes condiciones no nos otorgan ningún derecho sobre sus pertenencias ni ninguna propiedad intelectual, con excepción de los derechos limitados que son necesarios para administrar los Servicios (...) independientemente del modo en que cambien nuestros Servicios, no compartiremos su contenido con otras personas, incluidos los organismos de aplicación de la ley, con ningún motivo, a menos que usted nos lo indique".
En conclusión entiendo que aunque en Google Drive no pierdes la propiedad, el contenido sigue siendo tuyo, sí permites que reutilicen, modifiquen y tengan acceso a tus archivos. En cambio en Dropbox además que el archivo es tuyo, nadie puede revisarlo o reutilizarlo salvo que entregues permiso para ello.
¿Será tan así? ¿Qué servicio preferirás?
La cuestión es que ayer Google lanzó Drive, su espacio para almacenar y compartir archivos en la nube. Pero si nos fijamos en los términos y condiciones recientemente actualizados de los servicios de la compañía de Larry Page, estos dicen:
"Algunos de nuestros Servicios le permiten proveer contenido. Usted conservará los derechos de propiedad intelectual que posea sobre dicho contenido. En resumen, lo que le pertenece a usted, continúa siendo suyo. Cuando suba o de otro modo envíe contenido a nuestros Servicios, otorgará a Google (y a aquellos con quienes trabajamos) una licencia internacional para utilizar, alojar, almacenar, reproducir, modificar, crear obras derivadas (como las traducciones, adaptaciones o modificaciones que hacemos para que su contenido funcione mejor con nuestros Servicios), comunicar, publicar, ejecutar públicamente y distribuir dicho contenido".
Es decir, que lo que subamos a Drive podrá ser utilizado por los de Mountain View. En cambio si nos fijamos en los términos y condiciones de un servicio similar, como Dropbox, estos dicen:
"Al usar nuestros servicios, usted nos proporciona la información, los archivos y las carpetas que envía a Dropbox (en conjunto, “Sus pertenencias”). Usted conservará la plena propiedad de sus pertenencias. No nos atribuimos la propiedad de ninguna de ellas. Las presentes condiciones no nos otorgan ningún derecho sobre sus pertenencias ni ninguna propiedad intelectual, con excepción de los derechos limitados que son necesarios para administrar los Servicios (...) independientemente del modo en que cambien nuestros Servicios, no compartiremos su contenido con otras personas, incluidos los organismos de aplicación de la ley, con ningún motivo, a menos que usted nos lo indique".
En conclusión entiendo que aunque en Google Drive no pierdes la propiedad, el contenido sigue siendo tuyo, sí permites que reutilicen, modifiquen y tengan acceso a tus archivos. En cambio en Dropbox además que el archivo es tuyo, nadie puede revisarlo o reutilizarlo salvo que entregues permiso para ello.
¿Será tan así? ¿Qué servicio preferirás?
martes, 20 de marzo de 2012
Brecha digital: Chile, liderando a los de abajo
Comparto este artículo que preparé para el tercer número (PDF) de Tinta Electrónica -publicado en diciembre de 2011- que trató el tema de la brecha digital y fue titulado La herida que sigue abierta.
Descargue el PDF del 3er. número de Tinta Electrónica |
Hace poco en una conferencia a la que asistí a través una transmisión en la Web (lo hago así a menudo desde hace algunos años), contaron que el promedio de uso de Internet en Chile es de 48 minutos diarios. “Suena a una gran brecha digital” puse en Twitter. Ahora lo explico.
Cada día más se trabaja frente a un computador. También sabemos del sostenido crecimiento de los servicios en “la nube”, del auge de las redes sociales, del correo electrónico, Google... me cuesta creer que el promedio de “los que se conectan” es menor a la hora al día.
¿Qué real usuario de Internet no utiliza estos servicios diariamente? Mi impresión es que un usuario promedio debiera utilizar la red por lo menos dos o tres horas diarias... por lo menos. También me pregunto ¿Cuántos utilizarán esos 48 minutos efectivamente? Sí, porque seguramente también habrá un alto porcentaje que pierde tiempo al usar Internet, por no saber usarla.
Por otro lado, reflexiono que hablando de chilenos, tengo mucha suerte. Mismo premio tiene el lector de esta revista.
En enero de 2010, Chile ingresó a formar parte de la exclusiva Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), grupo que estaría compuesto por los países más desarrollados del planeta. Y, aunque la noticia resultó muy auspiciosa, los chilenos -durante estos casi dos años- hemos ido notando que aún falta mucho para sentir verdadero orgullo de formar parte.
Hablando de “brecha digital”, de los 34 países de la OCDE, Chile está entre los tres países con peor acceso a Internet. El grado de penetración que alcanza la conexión inalámbrica promedio en la OCDE es de 48%. Chile alcanza sólo 9,7%, superando a Turquía (5%) y México (0,5%). En tanto, en conexiones fijas el promedio es de 25% y Chile obtiene apenas 11%, un solo punto sobre Turquía y México (10%).
El acceso es básico, pero como alguna vez publicara Jakob Nielsen, la brecha digital se explica en tres etapas y quizás más graves son las brechas posteriores al acceso y que se refieren a la usabilidad (alfabetización digital) y al empoderamiento (uso real y activo de las herramientas de la Red).
Entonces si en Chile aún nos queda mucho qué hacer sobre acceso, respecto de alfabetización digital estamos peor. En 2009, sólo 20% de los escolares chilenos se declaraba “experto navegando en Internet”. Esto es preocupante teniendo en cuenta lo central que son (y serán) las “habilidades digitales” (almacenar datos, utilizar un motor de búsqueda, interactuar en redes sociales, escribir y publicar en distintos formatos, etc.) para el profesional del siglo XXI o de la era del conocimiento. Y si hablamos de adultos -del presente- la cuestión se hace más urgente, porque ya pasamos la década de este nuevo siglo.
La brecha se debe trabajar a través de una estrategia digital país clara y con metas específicas, por ahora ausente en Chile o lamentablemente desconocida. Este plan es urgente, porque tal como dice George Landow, "una tecnología siempre confiere poder a alguien. Da poder a los que la poseen, a los que la utilizan y a los que tienen acceso a ella". En este sentido, las élites con acceso, alfabetización y empoderamiento están cada vez más distantes del resto y creo que hay pocas cosas más graves en Latinoamérica que no prestar atención a estos factores que continúan agravando la desigualdad económica de nuestros pueblos.
"La familiaridad con una tecnología incrementa la disponibilidad y la competencia hacia las otras nuevas tecnologías”, dice Mauro Wolf en Efectos sociales de los media. “Es decir, aquellos segmentos sociales que estén familiarizados con una nueva tecnología (pongamos por caso el ordenador personal) estarán más abiertos a recibir otras innovaciones tecnológicas, porque ya tienen un conocimiento de tecnologías similares”, sentencia al respecto Francisco Albarello en su artículo La brecha digital y la educación.
Y llegamos en mi opinión al meollo del asunto: el gran problema o la gran desigualdad que realmente existe hoy en materia de educación, y causará más problemas mañana, es la alfabetización y el empoderamiento de lo digital.
Un asunto de educación
El sociólogo español Manuel Castells afirmó alguna vez que “la brecha digital no existe”, porque la desigualdad del conocimiento es ahora mucho menor a como lo fue antes y que Internet no genera exclusión. Reconoció la desigualdad pero dijo que si se comparaba este tema “con ir al teatro o comprar libros, hay más desigualdad en las viejas culturas que en la nueva tecnología”.
Castells puede tener razón. Se ha progresado. Hoy hay más gente educada que antes. Hay mayor alfabetización. Hay menos pobreza. 100 años atrás la tasa de analfabetismo en Chile era cercana a 50%, por 1950 bordeaba 20% y actualmente está en 4%”, según publicó en 2006 el ex secretario ejecutivo de Estrategia Digital de Chile, Alejandro Barros. Se avanza, seguro, pero aún queda mucho por hacer.
El mismo Barros explica en ese artículo que “en la era digital, los desafíos de la globalización en cuanto a alfabetización son otros y Chile no está exento de ellos”.
“De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las TIC's aportan al crecimiento económico y a la superación de la pobreza principalmente por su influencia en el empleo, pues crean empleos más productivos y mejor remunerados. Por otra parte son un poderoso medio de integración a la sociedad civil, y pueden llegar a tener una repercusión importante en la calidad de vida de los segmentos marginados de la población basada en la disposición de un gobierno más transparente y con mayor capacidad de respuesta, así como en la mejora del alcance y la prestación de la servicios como la salud, educación y otros servicios sociales”, concluye Barros.
Partir por el principio
No queda duda de que la alfabetización y el empoderamiento de los servicios digitales es un asunto de educación. Pero en Chile aún estamos discutiendo y solucionando lo que refiere a infraestructura, acceso.
Hace muy poco, el ex CEO de Telefónica Chile, Oliver Flögel, asumió el nuevo cargo de “secretario ejecutivo de Desarrollo Digital”, dependiente del ministerio de Transporte y Telecomunicaciones. Y tras asumir, Flögel contó su objetivo de largo plazo: “diseñar un documento que se convierta en la estrategia digital de Chile para el periodo 2012 -2018”.
Flögel también ha dicho a los medios chilenos que el país no es que no haya avanzado durante estos años en materia digital, sino que acusa que no ha existido un orden, un marco que coordine las distintas iniciativas. Por esto su esfuerzo y su hincapié parecen correctos: el marco, el documento es de vital importancia, aunque para algunos, ésta es una tarea para ayer, es decir, estamos muy atrasados, contra el tiempo.
El secretario también ha afirmado que es necesario lograr mejorar la conectividad de nuestro país a través de un trabajo que involucre al gobierno y a los privados. “Hay que ver cómo hacemos para construir las autopistas digitales en aquellos lugares donde hay caminos de ripio”, aseguró en una entrevista en el Diario Financiero.
Además el secretario explicó la importancia que tiene para Chile el poseer cerca del 40% de la observación astronómica del planeta, ya que la transmisión de esos datos al extranjero obliga -de cierta forma- a que nuestro país sea un eje de gran importancia para la conectividad latinoamericana, cuestión que estamos lejos de ser si es que sólo nos dejamos llevar por el dato cuantitativo de nuestra población y su capacidad de transmitir datos, muy inferior a otras naciones.
¿Qué sería de nosotros sin los observatorios?, me pregunto. En fin, los tenemos. Habrá que esperar a que caigan los precios de la banda ancha y con esto solucionar -un poco más- nuestra brecha digital.
Infraestructura. Sí, tenemos que partir por lo básico.
Compartamos conocimiento
Para los “digitales” (no me gusta el término, pero se entiende) es angustiante hablar sobre brecha digital. Para los inmersos en este mundo las tecnologías van demasiado rápido. Cada día buscamos sorprendernos por lo que vendrá. Google se escapó de las manos y nos sorprende con su capacidad de gestionar datos. Facebook y Twitter cuentan en tiempo real cómo va el mundo. Sin embargo, 6 mil millones de personas no tienen cuenta en Facebook. 6 mil 800 millones tampoco tienen cuenta en Twitter.
Aquí está el desafío. Los “digitales” de hoy debemos resignarnos y dar un paso al costado. Ese mundo que -dado a hechos concretos- imaginamos (y deseamos) lo comenzarán a disfrutar nuestros hijos y realmente lo gozarán nuestros nietos.
Pero dar el paso al costado no significa quedarnos de brazos cruzados. Debemos calmarnos y vivir diariamente pensando en “cómo, con lo que yo sé, realmente puedo ayudar al otro que no lo sabe”. Hago un llamado a compartir desinteresadamente el conocimiento. Debemos hacerlo. Así iremos recortando la brecha y nuestro mundo, ese que deseamos, se irá asomando aunque sea que llegue cuando ya estemos en la hora de nuestro ocaso.
Me resigno a vivir mí tiempo en desigualdad, pero hago mi esfuerzo para que futuras generaciones disfruten de una mayor igualdad de oportunidades gracias a Internet.
sábado, 3 de marzo de 2012
Banksy sobre lo público y la publicidad
Me encantó la forma en que el misterioso grafitero inglés Banksy expresa su punto de vista sobre la publicidad. Aquí les comparto el texto original y más abajo una traducción al español. (Visto en Menéame del blog de Ernesto Rodera).
"Hay gente que te molesta a diario. Irrumpen en tu vida, te agreden gratuitamente y desaparecen. Se asoman desde lo alto de los edificios y te hacen sentir insignificante. Hacen comentarios desagradables desde los laterales de los autobuses dando a entender que no eres lo suficientemente sexy o que la diversión está siempre en otro sitio. Salen en la televisión y hacen que tu novia se sienta incómoda con su cuerpo. Tienen acceso a la más sofisticada tecnología que jamás se haya inventado y la utilizan para abusar. Son “los publicistas” y se están burlando de ti.
En cambio tú tienes prohibido tocarles. Las leyes sobre marcas, propiedad intelectual y derechos de autor dicen que los publicistas pueden decir lo que quieran donde quieran con total impunidad.
¡A la mierda! Cualquier anuncio en un espacio público que no te deja elegir si verlo o no verlo te pertenece. Es tuyo. Tienes derecho a cogerlo, transformarlo y reutilizarlo. Puedes hacer lo que quieras con él. Pedir permiso para hacerlo sería como pedir permiso para quedarte una piedra que te acaban de tirar en la cabeza.
No le debes nada a las empresas. Menos que nada; y sobre todo, no les debes ninguna gentileza. Ellos te la deben. Han reorganizado el mundo para ponerse delante de tus narices. Nunca te han pedido permiso; entonces tampoco se los pidas a ellos".
People are taking the piss out of you everyday. They butt into your life, take a cheap shot at you and then disappear. They leer at you from tall buildings and make you feel small. They make flippant comments from buses that imply you’re not sexy enough and that all the fun is happening somewhere else. They are on TV making your girlfriend feel inadequate. They have access to the most sophisticated technology the world has ever seen and they bully you with it. They are The Advertisers and they are laughing at you.
You, however, are forbidden to touch them. Trademarks, intellectual property rights and copyright law mean advertisers can say what they like wherever they like with total impunity.
Fuck that. Any advert in a public space that gives you no choice whether you see it or not is yours. It’s yours to take, re-arrange and re-use. You can do whatever you like with it. Asking for permission is like asking to keep a rock someone just threw at your head.
You owe the companies nothing. Less than nothing, you especially don’t owe them any courtesy. They owe you. They have re-arranged the world to put themselves in front of you. They never asked for your permission, don’t even start asking for theirs.
- Banksy
En cambio tú tienes prohibido tocarles. Las leyes sobre marcas, propiedad intelectual y derechos de autor dicen que los publicistas pueden decir lo que quieran donde quieran con total impunidad.
¡A la mierda! Cualquier anuncio en un espacio público que no te deja elegir si verlo o no verlo te pertenece. Es tuyo. Tienes derecho a cogerlo, transformarlo y reutilizarlo. Puedes hacer lo que quieras con él. Pedir permiso para hacerlo sería como pedir permiso para quedarte una piedra que te acaban de tirar en la cabeza.
No le debes nada a las empresas. Menos que nada; y sobre todo, no les debes ninguna gentileza. Ellos te la deben. Han reorganizado el mundo para ponerse delante de tus narices. Nunca te han pedido permiso; entonces tampoco se los pidas a ellos".
Banksy.
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