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miércoles, 20 de agosto de 2008

Marcas que cumplen

Me sorprende como muchas empresas, la gran mayoría, se empeña en mejorar y hacer cada vez más marketing para "estar" vigentes -luchando por estar al día y participando de cuanta cosa hay- , pero no se preocupan de lo que de verdad importa: que el producto este a la par de lo que intentan vender. (Para mí, la P más importante del marketing).

¿Para qué empeñarse en dar a conocer a alguien algo que no le va a interesar o gustar? ¿Por qué no enfocarse en hacer un buen producto y dejar que el marketing fluya de forma natural?

Seguro que muchos marketeros no coincidirán, pero es que no adecuarse a la verdad, o sea, mentir (aunque sea de forma pequeña, como los anuncios publicitarios hacen siempre al vender ilusiones alejadas a la realidad) está cada día más añejo.

Afortunadamente ya no es cool ganar dinero engañando, porque si lo haces tu empresa y marca pronto serán ruinas.

Las comunicaciones hoy son bilaterales. El futuro está en la conversación, en saber escuchar. Oir al cliente y ofrecerle el producto más cercano a lo que busca, dentro de las posibilidades (por supuesto).

¿Para qué crear ilusiones si no se harán realidad?

Insisto y lo haré siempre: El marketing bien hecho es aquel que logra captar lo mejor del producto y, de acorde a ello, logra que el cliente no sólo consuma, sino que recomiende el producto/servicio tras crear una relación de confianza con una marca que cumple.

lunes, 28 de enero de 2008

Trabajadores, empresarios y confianza





Hoy veía este video en Social Media Today que se cuestiona la relación trabajador - empresario y trata de crear conciencia en el management para que la dirección de las empresa gane con autoridad la confianza de sus empleados, ya que ello se traduce en un círculo virtuoso: causa empleados contentos, mejor producto/servicio y por ende, clientes y stakeholders felices.

El video me trajo a la memoria las clases de Jesús Zorrilla (Harry Jones, Capitán de Mar y Guerra, etcétera, etcétera) y entonces ahora agarro mi libro de Juan Antonio Pérez, Fundamentos de la Dirección de Empresas y algo cuento sobre la organización de las empresas...

Toda empresa se compone por personas. Es una organización, por decirlo de alguna forma por esencia antropológica y accidentalmente técnica que busca un objetivo: producir (y bien, para que sea rentable).

Así se distinguen tres tipos de organizaciones empresariales: técnicas o mecanicistas, orgánicas o psicosociológicos y antropológicas o institucionales.

En un sistema técnico o mecanicista la organización se contempla como una simple coordinación de acciones humanas cuya finalidad es la de producir y distribuir una serie de objetos y/o servicios. Así, la organización aparece como una máquina, más o menos complicada, que produce algo y consume algo. En este sistema no hay más valor que el que se mide por la relación entre lo producido y lo consumido.

En tanto el modelo psicosociológico reconoce que fuera de la empresa, los empleados también tienen motivaciones. Así pues, cualquier acción humana en el seno de una organización tiene una doble evaluación: esa acción puede ser más o menos adecuada para el logro de los objetivos de la organización y, al mismo tiempo, más o menos adecuada para el logro de los objetivos de la propia persona que actúa.

La diferencia radical con el modelo mecanicista no está en el hecho de que, dentro de éste, no se contemplan los objetivos personales -que sí que se tienen en cuenta-, sino en que se supone implícitamente que una adecuada definición de los objetivos de la organización puede llevar a incluir los objetivos personales.

Y por último, el modelo antropológico contempla la empresa como una institución, es decir, como una realidad humana cuyo sentido último es la organización de las capacidades de las personas para satisfacer necesidades de esas mismas personas.

La institución busca de un modo explícito la satisfacción de motivaciones actuales, pero de tal modo que esa satisfacción no sea perjudicial y, en la medida de lo posible, resulte beneficiosa para todo el conjunto de necesidades de la persona. Se propone como finalidad no solamente la propia de un organismo, sino también de dar un sentido a toda la acción humana que coordina. Busca trascender.

Conclusión: Sobran los mecanicistas. Los orgánicos son la moda. Y qué pocas instituciones REALMENTE hay.

jueves, 14 de junio de 2007

Cuestión de confianza

Hojeando mis apuntes del MGEC, hoy recordé esta cita que vimos en el módulo de Organizaciones con el profesor Iñaki Vélaz:

Confiar: "Hacerse voluntariamente dependiente de alguien sobre el que no tengo control, en la creencia de que hará lo que dice".

La definición contiene claramente un vínculo personal. Es una relación de "persona a persona", que en el ámbito del management puede entenderse como jurídica y natural.

La RAE también da una definición parecida:

Confiar: "Depositar en alguien, sin más seguridad que la buena fe y la opinión que de él se tiene, la hacienda, el secreto o cualquier otra cosa".

Pues ¡qué importante es ganar la confianza de alguien! Qué difícil es ganarla (puede tomar años) y qué fácil es perderla (puede tomar segundos). Qué difícil es lograr que los otros quieran hacer lo que yo quiero que hagan. No por poder, por autoridad.

Esta es la clave de todo buen(a) negocio, emprendimiento, sociedad, empresa, compañía, producto, servicio, amistad, relación, etc. Sin confianza, no hace falta ser pitoniso para predecir que algo grave ocurrirá.