Hoy veía este video en Social Media Today que se cuestiona la relación trabajador - empresario y trata de crear conciencia en el management para que la dirección de las empresa gane con autoridad la confianza de sus empleados, ya que ello se traduce en un círculo virtuoso: causa empleados contentos, mejor producto/servicio y por ende, clientes y stakeholders felices.
El video me trajo a la memoria las clases de Jesús Zorrilla (Harry Jones, Capitán de Mar y Guerra, etcétera, etcétera) y entonces ahora agarro mi libro de Juan Antonio Pérez, Fundamentos de la Dirección de Empresas y algo cuento sobre la organización de las empresas...
Toda empresa se compone por personas. Es una organización, por decirlo de alguna forma por esencia antropológica y accidentalmente técnica que busca un objetivo: producir (y bien, para que sea rentable).
Así se distinguen tres tipos de organizaciones empresariales: técnicas o mecanicistas, orgánicas o psicosociológicos y antropológicas o institucionales.
En un sistema técnico o mecanicista la organización se contempla como una simple coordinación de acciones humanas cuya finalidad es la de producir y distribuir una serie de objetos y/o servicios. Así, la organización aparece como una máquina, más o menos complicada, que produce algo y consume algo. En este sistema no hay más valor que el que se mide por la relación entre lo producido y lo consumido.
En tanto el modelo psicosociológico reconoce que fuera de la empresa, los empleados también tienen motivaciones. Así pues, cualquier acción humana en el seno de una organización tiene una doble evaluación: esa acción puede ser más o menos adecuada para el logro de los objetivos de la organización y, al mismo tiempo, más o menos adecuada para el logro de los objetivos de la propia persona que actúa.
La diferencia radical con el modelo mecanicista no está en el hecho de que, dentro de éste, no se contemplan los objetivos personales -que sí que se tienen en cuenta-, sino en que se supone implícitamente que una adecuada definición de los objetivos de la organización puede llevar a incluir los objetivos personales.
Y por último, el modelo antropológico contempla la empresa como una institución, es decir, como una realidad humana cuyo sentido último es la organización de las capacidades de las personas para satisfacer necesidades de esas mismas personas.
La institución busca de un modo explícito la satisfacción de motivaciones actuales, pero de tal modo que esa satisfacción no sea perjudicial y, en la medida de lo posible, resulte beneficiosa para todo el conjunto de necesidades de la persona. Se propone como finalidad no solamente la propia de un organismo, sino también de dar un sentido a toda la acción humana que coordina. Busca trascender.
Conclusión: Sobran los mecanicistas. Los orgánicos son la moda. Y qué pocas instituciones REALMENTE hay.
El video me trajo a la memoria las clases de Jesús Zorrilla (Harry Jones, Capitán de Mar y Guerra, etcétera, etcétera) y entonces ahora agarro mi libro de Juan Antonio Pérez, Fundamentos de la Dirección de Empresas y algo cuento sobre la organización de las empresas...
Toda empresa se compone por personas. Es una organización, por decirlo de alguna forma por esencia antropológica y accidentalmente técnica que busca un objetivo: producir (y bien, para que sea rentable).
Así se distinguen tres tipos de organizaciones empresariales: técnicas o mecanicistas, orgánicas o psicosociológicos y antropológicas o institucionales.
En un sistema técnico o mecanicista la organización se contempla como una simple coordinación de acciones humanas cuya finalidad es la de producir y distribuir una serie de objetos y/o servicios. Así, la organización aparece como una máquina, más o menos complicada, que produce algo y consume algo. En este sistema no hay más valor que el que se mide por la relación entre lo producido y lo consumido.
En tanto el modelo psicosociológico reconoce que fuera de la empresa, los empleados también tienen motivaciones. Así pues, cualquier acción humana en el seno de una organización tiene una doble evaluación: esa acción puede ser más o menos adecuada para el logro de los objetivos de la organización y, al mismo tiempo, más o menos adecuada para el logro de los objetivos de la propia persona que actúa.
La diferencia radical con el modelo mecanicista no está en el hecho de que, dentro de éste, no se contemplan los objetivos personales -que sí que se tienen en cuenta-, sino en que se supone implícitamente que una adecuada definición de los objetivos de la organización puede llevar a incluir los objetivos personales.
Y por último, el modelo antropológico contempla la empresa como una institución, es decir, como una realidad humana cuyo sentido último es la organización de las capacidades de las personas para satisfacer necesidades de esas mismas personas.
La institución busca de un modo explícito la satisfacción de motivaciones actuales, pero de tal modo que esa satisfacción no sea perjudicial y, en la medida de lo posible, resulte beneficiosa para todo el conjunto de necesidades de la persona. Se propone como finalidad no solamente la propia de un organismo, sino también de dar un sentido a toda la acción humana que coordina. Busca trascender.
Conclusión: Sobran los mecanicistas. Los orgánicos son la moda. Y qué pocas instituciones REALMENTE hay.