"Las estrategias de las empresas no deben basarse en predicciones sobre el futuro, sino que deben adaptarse a un escenario probable de posibilidades" (Eric D. Beinhocker, Robust Adaptive Strategies, 1999).
La cita no la tomé del libro de Beinhocker, sino que del artículo El Futuro de las Empresas de Comunicación que elaboró en 2004 el maestro MGEC, Alfonso Sánchez-Tabernero.
De este texto me gustaría destacar la relación que hace el autor entre "el mercado de la comunicación y la Teoría del Caos".
Se habla que las empresas y sus líderes enfrentan dos tipos de decisiones estratégicas: Aquellas en que se busca "no perder", porque presentan ventajas notables y sus convenientes son marginales o inexistentes; y aquellas críticas que implican elegir entre posibilidades que incluyen un conjunto de ventajas e inconvenientes bastante equilibrado, o sea, más riesgosas.
En el campo de la comunicación no hay expertos capaces de adivinar o predecir el futuro. En este sector quienes se atreven a hacer pronósticos se enfrentan a una dificultad extraordinaria: los cambios obedecen a circunstancias variopintas (políticas, legales, económicas, demográficas, tecnológicas, sociales, culturales) y además se desconoce en qué grado afectará a la empresa y a su mercado cada uno de estos factores.
Aquí es donde pesa la Teoría del Caos: en los sistemas complejos y muy articulados, pequeños impulsos o acontecimientos pueden generar efectos multiplicadores.
La realidad es cada vez más impredecible. Resulta mucho más difícil competir en un mercado con este panorama. Así es la comunicación.
Los mapas existentes y los principios de gestión comúnmente aceptados sólo sirven para identificar las rutas por las que han navegado antes los demás, pero carecen de utilidad cuando es necesario llegar a donde nadie ha estado antes.
Los grandes fracasan una y otra vez antes de alcanzar sus metas. Es muy difícil alcanzar el éxito sin tropezar antes. No queda otra que adelantarse, tomando todas las precauciones posibles. En el fondo es pura virtud: Tener fortaleza y templanza para tomar una decisión prudente y justa para todos.
Ya lo decía Gary Hamel, en La Revolución como Estrategia: Strategy is revolution, everything else is tactics.
De este texto me gustaría destacar la relación que hace el autor entre "el mercado de la comunicación y la Teoría del Caos".
Se habla que las empresas y sus líderes enfrentan dos tipos de decisiones estratégicas: Aquellas en que se busca "no perder", porque presentan ventajas notables y sus convenientes son marginales o inexistentes; y aquellas críticas que implican elegir entre posibilidades que incluyen un conjunto de ventajas e inconvenientes bastante equilibrado, o sea, más riesgosas.
En el campo de la comunicación no hay expertos capaces de adivinar o predecir el futuro. En este sector quienes se atreven a hacer pronósticos se enfrentan a una dificultad extraordinaria: los cambios obedecen a circunstancias variopintas (políticas, legales, económicas, demográficas, tecnológicas, sociales, culturales) y además se desconoce en qué grado afectará a la empresa y a su mercado cada uno de estos factores.
Aquí es donde pesa la Teoría del Caos: en los sistemas complejos y muy articulados, pequeños impulsos o acontecimientos pueden generar efectos multiplicadores.
La realidad es cada vez más impredecible. Resulta mucho más difícil competir en un mercado con este panorama. Así es la comunicación.
Los mapas existentes y los principios de gestión comúnmente aceptados sólo sirven para identificar las rutas por las que han navegado antes los demás, pero carecen de utilidad cuando es necesario llegar a donde nadie ha estado antes.
Los grandes fracasan una y otra vez antes de alcanzar sus metas. Es muy difícil alcanzar el éxito sin tropezar antes. No queda otra que adelantarse, tomando todas las precauciones posibles. En el fondo es pura virtud: Tener fortaleza y templanza para tomar una decisión prudente y justa para todos.
Ya lo decía Gary Hamel, en La Revolución como Estrategia: Strategy is revolution, everything else is tactics.
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